Siembra:
El cante de siembra fue creado, años atrás, por los trabajadores del campo, con la intención de amenizar la rudimentaria y primitiva forma de labrar la tierra.
Este trabajo se realizaba con la ayuda de sus animales domésticos y la fuerte presión que ejercían sus brazos, empujando hacia el suelo el arado y clavando la reja con una profundidad suficiente para abrir los surcos en los que echar la simiente. Con su típica gorrilla o sombrero para protegerse del sol, el mandil y el atuendo adecuado, tirando del arado y esparciendo, a su vez, la simiente, surge este cante de una manera sencilla, intercalando algún «jarreo» a los animales.
Estamos hablando de un canta que no lleva acompañamiento musical. Tan sólo la voz y el ritmo marcado por el propio cantaor.
Siega:
En los momentos del calor, en el verano, se juntaban las cuadrillas que, con las hoces en la mano y en torno a la siega y trilla, cantaban las típicas coplillas de carácter picaresco que hacían referencia a las mozas de los pueblos y a las propias mujeres que caminaban detrás atando los haces de mies que, posteriormente se iban cargando en los carros.
Trilla:
La trilla se realizaba con una madera de aproximadamente un metro cuadrado, repleta de pequeñas piedras cortantes e incrustadas, que servía para separar el grano del trigo. Este aparejo era tirado por una o más mulas, mientras el trillero se desplazaba encima del madero, sentado en una silla. El cante de trilla se usaba en torno a las mulas, con la finalidad de animar a los animales, aliviar el cansancio y el sueño, ya que era una tarea laboriosa y lenta.